Lo que NADIE te CONTÓ sobre El BEBÉ de ROSEMARY’S

El largometraje explora una serie de facetas intrigantes en la vida de Rosemary. Una de ellas se relaciona con su carga, ya que lleva en su vientre al hijo de Satanás, lo que la convierte en una especie de «virgen negra». Sin embargo, hacia el final de su historia, viste de blanco y celeste, colores que tradicionalmente simbolizan la humildad y la pureza, evocando la imagen de María, la madre de Jesús.

Sobre el largometraje
La película fue realizada de manera que durante su transcurso nos hacen ver desde el punto de vista de Rosemary y nos la cuentan a través de sus ojos.

1968 | Rosemary’s Baby | Roman Polanski | Paramount Pictures

La forma en la que grabaron él largometraje hace que el espectador nunca sepa si es imaginación de la joven o algo que está sucediendo realmente, incluso un comentario de su director fue: «No quiero que el espectador piense ‘esto’ o ‘aquello’, deseo simplemente que no esté seguro de nada»

La escena en la que camina entre el tráfico no fue planificada. En un momento de inspiración, Polanski incitó a Mía a hacerlo. Le dijo: «Nadie atropella a una embarazada». Ningún operario quiso participar, así que el propio director fue quien opero la cámara, caminando unos pasos por detrás de la actriz.

Ira Levin, creador de la novela en que se basa la película, manifestó que la versión cinematográfica de Polanski era muy fiel al libro, quizás la mejor adaptación de una novela jamás hecha hasta entonces.

Fotogramas para analizar, la cena y la violación
Durante la cena, un momento aparentemente normal en la vida de Rosemary, se desató una trama siniestra. Su vecina, en complicidad con su esposo, le preparo un postre con un oscuro propósito: iniciar un rito maligno. La intención era abrir una puerta hacia lo desconocido, un lugar donde sería consumida por un ser demoníaco.

La velada continuó y sin sospechar nada. Inmediatamente después, comenzó a experimentar una serie de visiones inquietantes mientras caía en un estado de trance y somnolencia. Sus pensamientos se tornaron turbios, su percepción del mundo se distorsionó.

La culminación de este perturbador acto se aproximaba, y las visiones en la mente de la joven se volvían cada vez más caóticas. Finalmente, el ritual se llevó a cabo, y sus momentos más oscuros fueron capturados primero por su esposo, quien estaba involucrado en esta conspiración, y luego por otro personaje que el director dejó intencionalmente ambiguo, tal vez representando al propio diablo.

La mañana siguiente, Rosemary se despertó exhausta y confundida. Su cuerpo marcado por arañazos en la espalda, signos evidentes de que algo maligno había ocurrido durante la noche. Se encontraba atrapada en una pesadilla que no podía comprender por completo. El oscuro secreto que rodeaba esa cena la perseguiría, y su vida nunca volvería a ser la misma.

Fotogramas para analizar, la culpa de su esposo
A medida que la trama narrativa del largometraje se desarrolla, podemos observar en segundo plano y en otras escenas, la culpa de su esposo, al darse cuenta de haberla entregado a manos de un grupo de personas, que se asemejan a una secta adoradora del demonio. El papel del marido de Rosemary, que lo muestra como un actor de segunda, que no tiene futuro y una de las imágenes más icónicas en ese sentido, es el crucial momento en que Román Castevet propone algo terrible a Guy, observado desde la cocina por Rosemary, que sólo contempla un significativo humo de pipa asomarse sobre el marco quicio de la puerta.

Fotogramas para analizar, La evolución e involución de Rosemary
El análisis del personaje de Mía Farrow en «El Bebé de Rosemary» nos revela una complejidad psicológica y una evolución significativa a lo largo de la película. Desde el principio, es presentada como una figura sumisa, tratada como una niña, lo que a veces dificulta que el espectador moderno pueda empatizar plenamente con ella.

Su carácter susceptible y frágil se hace evidente a lo largo de la trama. La joven tolera situaciones que no le gustan y es influenciable, lo que la hace vulnerable al poder de sugestión que ejercen los demás sobre ella. A pesar de algunas señales de que algo extraño está ocurriendo, como su progresivo deterioro físico y mental, Rosemary sigue siendo pasiva en muchas circunstancias.

El apartamento donde vive con su esposo tiene un significado simbólico. Anteriormente, perteneció a una de las primeras abogadas de Nueva York, una «mujer moderna de posguerra» que rompió con los roles tradicionales de género. Sin embargo, este cambio se truncó, como lo indica el guardarropa tapiado por la inquilina letrada, y en su interior solo hay una aspiradora. Esto representa la tentación de la época para que las mujeres abandonaran el trabajo y volvieran a sus roles tradicionales en el hogar. Rosemary abre el armario y la utiliza, simbolizando la incorporación de estos roles tradicionales en su vida.

La protagonista, educada en el catolicismo, encuentra su identidad detrás de este guardarropa cercado y rara vez sale de casa. Su mundo se reduce cada vez más, y su vecina Minnie contribuye a mantenerla aislada. El médico también le aconseja que no salga de su hábitat lo que refuerza aún más su confinamiento, se convierte literalmente en prisionera de su hogar.

La conexión entre Rosemary y Minnie se manifiesta a través de similitudes en sus atuendos, ya sea en colores o siluetas. En ocasiones, comparten patrones, lo que sugiere una influencia mutua en su estilo. Este fenómeno se hace evidente después de que la joven pareja recibe una noticia aparentemente feliz y ambos comienzan a vestir de negro. Este cambio en el tono del vestuario simboliza un misterio y una distancia que se desarrolla entre ellos.

Minnie, por otro lado, es un personaje llamativo debido a su elección de tonalidades vibrantes en su vestimenta, en especial el amarillo, a menudo combinado con otros tonos igualmente llamativos. La anciana, utiliza su vestuario para reflejar su personalidad extrovertida. Su elección de atuendos coloridos, particularmente el amarillo, se alinea con la psicología del color, que sugiere que este tono puede causar malestar.

Sin embargo, en medio de esta terrible situación, la muchacha nos sorprende con uno de los cambios de look más icónicos en la historia del cine: el pixie cut. Aunque en realidad llevaba este corte desde hace dos años, durante la película usa una peluca para mantener su cabello largo. Este cambio en su apariencia simboliza una nueva etapa en la historia y subraya la tensión y el misterio que rodean su vida.

Fotogramas para analizar, similitudes con la figura de María
El largometraje explora una serie de facetas intrigantes en la vida de Rosemary. Una de ellas se relaciona con su carga, ya que lleva en su vientre al hijo de Satanás, lo que la convierte en una especie de «virgen negra». Sin embargo, hacia el final de su historia, viste de blanco y celeste, colores que tradicionalmente simbolizan la humildad y la pureza, evocando la imagen de María, la madre de Jesús.

Minnie intenta consolar a la angustiada joven al revelarle que, Satanás, la eligió entre todas las mujeres para ser la madre de su hijo, un paralelismo evidente con el diálogo entre María y el arcángel Gabriel en el anuncio del nacimiento de Jesús.

La confusión de Rosemary la lleva a lágrimas y gritos, mientras Román alaba públicamente al Demonio, una alusión al Magnificat de María en el Evangelio de Lucas (1, 46-55), una oración de agradecimiento.

Fotogramas para analizar, el sometimiento patriarcal de Rosemary
El personaje de Mía Farrow, se convierte en un claro reflejo de las dinámicas de poder y el sometimiento de las mujeres en una sociedad patriarcal. La película, que lleva la delantera en este asunto, que hoy es utilizado de manera abrupta por los movimientos feministas, aborda estos temas de forma impactante y perturbadora, utilizando la historia de la joven como una ventana a la opresión y el control que enfrentan las mujeres.

Desde el comienzo de la trama, es presentada como una figura sumisa y complaciente. Su esposo y el Doctor, ejercen un poderoso control sobre ella. Estos personajes masculinos imponen sus deseos y decisiones, quien, en su vulnerabilidad y sugestionabilidad, cede.

El médico la maltrata emocionalmente, minimizando sus preocupaciones y validando los dictámenes de su esposo sin considerar la opinión de Rosemary. Su esposo, se convierte en cómplice de esta dinámica de opresión. Aunque al principio se muestra amoroso y preocupado, eventualmente se revela como parte activa en su sometimiento. Su ambición y deseo de éxito en su carrera actoral lo llevan a hacer un pacto oscuro con sus vecinos, para que Rosemary sea usada como parte de un ritual satánico.

Fotogramas para analizar, el edificio Dakota
Este icónico edificio, forma parte de la leyenda negra del Dakota, elegido por su director Roman Polanski por las ya conocidas historias de magia negra atribuidas a uno de los inquilinos el Brujo Wicca Gerald Brossau Gardner. En él se inspiró para su película y dicen que durante el rodaje hubo altercados con diversos grupos de practicantes de la magia negra y de sectas satánicas se congregaron ante el edificio para amenazarle a él y su equipo. Al parecer, entre ellos se encontraba Charles Manson, el hombre que tiempo después, en 1969, estuvo involucrado en el asesinato de su esposa, la actriz Sharon Tate.

El PELADO Investiga

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