
¿Para una persona religiosa, es pecado ver películas de terror?
No es recomendable este tipo de películas que las vea una persona que tiene dudas sobre su fe, en que cree y de que manera cree. La mayoría muestra una realidad distorsionada del mal, se basan en textos, sacados de contexto de la Sagrada Escritura reinterpretándolos para que cuadre con el guión del film.
¿Cómo influye en mí vida este tipo de películas?
“«Todo está permitido», pero no todo es conveniente. «Todo está permitido», pero no todo es edificante”.
Así leemos en la primera carta a los Corintios en el capítulo 10, versículo 23, frase muy común a la hora de hablar sobre lo que podemos y no podemos en nuestra vida como creyentes. El apóstol en primera persona expresa a los cristianos de Corinto su libertad de poder hacer todo lo que él desee, pero que sus deseos no siempre se convierten en buenas decisiones.
En ningún libro de la sagrada escritura encontramos, por ejemplo:
«Es una abominación para los ojos del Altísimo que sus hijos miren y les gusten las películas de terror»
¿Por qué? Porque en esos tiempos bíblicos no existía el cine. En el Nuevo Testamento se hace mención que nuestros ojos son una lámpara, lo podemos leer en Mateo 6, 22-23:
“La lámpara del cuerpo es el ojo. Si el ojo está sano, todo el cuerpo estará iluminado. Pero si el ojo está enfermo, todo el cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!”
Puedo reflexionar que si nuestros ojos son las ventanas de nuestro cuerpo, cuando vemos imágenes de mucha violencia, ¿nuestro cuerpo está siendo alimentado de maldad y oscuridad?
Hay muchos cristianos que piensan que las películas de terror son obra del diablo o por lo menos que les abre la puerta a él y para eso citan Efesios 4, 26-27:
“…no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados, dando así ocasión al demonio”
Aquí entra un poco la paranoia y toman, sobre todo el versículo 27: “…dando así ocasión al demonio” para el anti-terror apoyando la creencia del cristianismo a la abstención de este tipo de contenido audiovisual.
Puntos de Análisis de El Pelado Investiga
Quiero ir a lo concreto: la Iglesia católica, nunca se ha pronunciado sobre este tema específico, pero si ha dado su opinión sobre el séptimo arte: una de las primeras menciones al cine lo vemos en la carta encíclica de Pío XI DIVINI ILLIUS MAGISTRI sobre la educación cristiana de la juventud del 31 de diciembre de 1929. El Pontífice lamentaba que el cine y la radio incentivaban (en 1929) las malas pasiones, en particular en la juventud:
“En nuestra época ha crecido la necesidad de una más extensa y cuidadosa vigilancia, porque han aumentado las ocasiones de naufragio moral y religioso para la juventud inexperta, sobre todo por obra de una impía literatura obscena vendida a bajo precio y diabólicamente propagada por los espectáculos cinematográficos, que ofrecen a los espectadores sin distinción toda clase de representaciones, y últimamente también por las emisiones radiofónicas, que multiplican y facilitan toda clase de lecturas. Estos poderosísimos medios de divulgación, que, regidos por sanos principios, pueden ser de gran utilidad para la instrucción y educación, se subordinan, por desgracia, muchas veces al incentivo de las malas pasiones y a la codicia de las ganancias”
Pocos años después, Pío XI escribió la carta encíclica VIGILANTI CURA (29 de junio de 1936), dirigida al episcopado norteamericano, sobre los medios de comunicación, sobre la educación y de las costumbres. Se ha considerado este texto, la primera intervención relevante de un papa en torno a la relación entre la Iglesia y el cine. El pontífice llamó la atención sobre el poder del cine, y recalcó la popularidad y el impacto de este medio en los espectadores:
“El poder del cine radica en el hecho de que se habla a través de imágenes. También leer, o escuchar, requiere un esfuerzo, que a su visión cinematográfica se sustituye por el placer de la sucesión continua de imágenes concretas y, por así decirlo, vivir. En las imágenes que hablan este poder se fortalece, porque la comprensión de los hechos hace más fácil y el encanto de la música, está conectado con el espectáculo”.
Pío XII continuó las ideas de VIGILANTI CURA de su predecesor en dos discursos pronunciados en 1955 (21 de junio y 28 de octubre), dirigidos a los representantes del mundo cinematográfico, sobre la película ideal.
El Papa explicó qué entendía por film ideal: “un instrumento de educación y mejora de las personas”. Añadiendo luego: “el cine debía servir primordialmente a la verdad y al bien de la sociedad”
La encíclica MIRANDA PRORSUS (8 de septiembre de 1957) ofreció una valoración positiva de los medios de comunicación, en la que acentuó las posibilidades de propagar la verdad a través del cine, la radio y la televisión, el papa Pío XII advirtió:
“Las tres principales técnicas audio-visivas de difusión: el cine, la radio y la televisión, no son por consiguiente simples medios de recreación y de entretenimiento (aunque gran parte de los auditores y de los espectadores los consideren preferentemente bajo este aspecto), sino de verdadera y propia transmisión de valores humanos, sobre todo espirituales, y por tanto pueden constituir una forma nueva y eficaz de promover la cultura en el seno de la sociedad moderna”.
Juan XXIII, en su carta apostólica motu proprio BONI PASTORIS (22 de febrero de 1959), recomendó la presentación y la discusión de películas dotadas de méritos artísticos y morales:
“Entre estas actividades recomendamos las iniciativas de carácter formativo y cultural, como la presentación y la discusión de las películas dotadas de especiales méritos artísticos y morales”
A los veinticinco años de la VIGILANTI CURA, Juan XXIII escribió la carta NOSTRA PATRIS (29 de junio de 1961) dirigida a OCIC, y al Centro Católico Cinematográfico Italiano, a la Comisión Pontificia de Cinematografía, Radio y Televisión y a otras entidades afines:
“No ignoramos, por cierto, que los males y errores en que se debate, desgraciadamente, nuestro tiempo, han influido negativamente también en el arte cinematográfico de lo cual no sólo provienen con frecuencia, especialmente para los jóvenes, incentivos al libertinaje y al vicio sino a veces se suscitan verdaderos ataques a los sacrosantos valores religiosos, con cuya destrucción se socavan los fundamentos mismos de la sociedad”.
En los trabajos de la segunda sesión del Concilio Vaticano II, bajo la mirada atenta de Pablo VI, se aprobó el decreto sobre medios de comunicación INTER MIRIFICA (4 de diciembre de 1963), que incluyó referencias al mundo del cine. En el número quince de este documento se exhortaba a los católicos que trabajaban en la industria cinematográfica a conocer bien su profesión y formar bien su conciencia:
“En primer lugar, los laicos deben ser instruidos en el arte, la doctrina y las costumbres, multiplicándose el número de escuelas, facultades e institutos, en los que los periodistas y los guionistas cinematográficos, radiofónicos y televisivos y otros interesados puedan adquirir una formación íntegra, imbuida de espíritu cristiano, sobre todo en lo que se refiere a la doctrina social de la Iglesia”.
Juan Pablo II había sido actor aficionado de teatro en su juventud y le gustaba la poesía y el cine. En la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en mayo de 1984, “Las comunicaciones sociales, instrumento de encuentro entre fe y cultura”, afirmo:
“La prensa, cine, teatro, radio y televisión, con la evolución experimentada por cada uno de estos medios a lo largo de la historia, no siempre han resultado adecuados para el encuentro entre fe y cultura”
En la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, celebrada en mayo de 1995, bajo el título “El cine, transmisor de cultura y de valores”, Juan Pablo II reflexionó acerca del séptimo arte como medio para conocer mejor al prójimo:
“Algunos valores humanos y religiosos que merecen atención y alabanza están con frecuencia presentes no sólo en las películas que hacen referencia directa a la tradición del cristianismo sino también en las películas de culturas y religiones diferentes, confirmando de esta manera la importancia del cine, entendido incluso como vehículo de intercambios culturales e invitación a la apertura y a la reflexión con respecto a realidades ajenas a nuestra formación y mentalidad”.
Hecha esta aclaración que me pareció oportuna, nos podemos hacer esa pregunta:
¿Cómo influye en mí vida este tipo de películas?
1.- SI DUDAS DE TU FE
No es recomendable este tipo de películas que las vea una persona que tiene dudas sobre su fe, en que cree y de que manera cree. La mayoría muestra una realidad distorsionada del mal, se basan en textos, sacados de contexto de la Sagrada Escritura reinterpretándolos para que cuadre con el guión del film.
2.- ¿TIENEN ALGO DE POSITIVO?
Scott Derrickson, director de “El exorcismo de Emily Rose” y “Líbranos del Mal”, es uno de los directores de cine de terror más conocidos de los últimos tiempos, que se proclama como cristiano practicante.
Para él, hay algo positivo en este género: “…el hecho de recordar la existencia del mal y el demonio”. Continúa más adelante diciendo: “…yo espero que el espectador aprenda que, sin importar la dureza de la batalla, siempre hay que confiar en que Dios gana al final”.
3.- ¿PUEDO VERLAS?
Por supuesto que sí. Puedes verlas. Nadie te dice que no. Debemos ser prudentes. Si el argumento me induce a que, si fuera el caso, por mi falta de formación en la fe y crecimiento espiritual, te hace a que vayas a realizar alguna práctica nigromántica… bueno ahí está pasando algo…
4.- SUGESTIÓN
Con frecuencia las personas que ven películas de terror tarde o temprano terminan sugestionadas por las mismas, y terminan viendo sombras, escuchando ruidos raros por todos lados y con el tiempo comienzan a dudar de su fe. Una persona que esté influenciada por el miedo, por la inseguridad o sea muy sugestionable y bajo concepciones teológicas erradas está alejada de tener una vida espiritual conforme a la voluntad de Dios.
5.- INVITACIÓN
En su gran mayoría estas películas nos incitan o invitan a practicar ciertos ritos esotéricos o realizar invocaciones a algún espíritu vengativo o demonio sacado de algún tratado de demonología o grimorio antiguo. En ocasiones el espectador, al desconocer su fe, puede llegar a creer que eso no es malo, y que no pasará nada. Es muy usual que en la gran mayoría –no todas- siempre introducen o hacen mención de la famosa tabla OUIJA. (En otro programa voy hacer mención más en profundidad de ella y cómo el cine la tiene como su caballo de batalla preferido)
6.- PRINCIPIOS RELIGIOSOS
Evidentemente la mayoría de películas de terror poseen un contenido alejado de nuestros principios religiosos, por ejemplo, en la mayoría de estas, se escuchan frases en donde el nombre de Dios es utilizado en vano o en donde se produce cualquier tipo de blasfemia. En otras, hay escenas en donde niños asesinan a sus padres o donde los padres se ven en la necesidad de matar a sus hijos para romper con una maldición.
7.- ES PECADO VER PELÍCULAS DE TERROR
Ver este tipo de producciones, puede considerarse “pecado” cuando somos conscientes que estamos siendo influenciados; cuando nos generan miedo e inseguridades y por las deformaciones teológicas que en su contenido se presentan.
Para reflexionar:
Toda narración ficticia incluye una trama y unos personajes. El objetivo de los guionistas con estos dos elementos es, por un lado articular la trama para inducir un placer estético en el espectador, un “argumento que enganche”. Para ello, por otro lado, es necesario trabajar los personajes, para que el espectador pueda ponerse en su lugar y vivir sus aventuras en primera piel. Por tanto, a diferencia de lo que se puede llegar a pensar, es un proceso de empatía.
Sin embargo, en toda historia surgen protagonistas y antagonistas; y no empatizamos de la misma forma con unos y con otros. Es más, el mismo contexto de hechos que envuelve al protagonista es poco deseable para el espectador, es decir, a nadie le gustaría verdaderamente vivir las mismas situaciones que suceden en una película de terror.
En síntesis: la decisión es tuya…
El Pelado Investiga
